miércoles, junio 25, 2008

"Fuimos Campeones", otro libro sobre la dictadura en el Mundial

Cuenta la historia oscura de tras el Mundial de fútbol de Argentina, de cómo el gobierno de Videla, realizó una operación clandestina para distraer la atención internacional de la realidad del país

A 30 años del Mundial de Fútbol de 1978, el libro “Fuimos campeones”, de Ricardo Gotta, va más allá del ámbito del deporte para dar cuenta de la atmósfera de terror de esa época, una perspectiva que lo ayuda a reconstruir los prolegómenos y el partido entre la Argentina y Perú para entender qué sucedió realmente esa noche.

“Cuando comencé esta investigación, hace unos tres años, trabajé puntualmente en el partido en el que la Argentina venció a Perú 6 a 0, pero a medida que avanzaba, el tema se disparó en mil direcciones”, dice el periodista en una entrevista con Télam. Gotta menciona que “el tema de la dictadura militar, así como los desaparecidos, era algo imposible de soslayar”, por lo que la investigación incorporó con fuerza el contexto de esos terribles años de plomo, para dar una mayor encarnadura a los hechos, afirmaciones y rumores que rodearon lo ocurrido aquel 21 de junio.

“Descubrí que pocos días después del Mundial, el que era ministro de Guerra del Perú, general de división Pedro Richter Prada fue distinguido con la Orden del Libertador General San Martín en el grado de Gran Cruz por Videla, a días del 6 a 0”, cuenta el periodista.

Para Gotta, “los gobiernos de facto de la Argentina y de Perú, fueron integrantes de la operación Cóndor antes del Mundial y mantuvieron fuertes relaciones comerciales y amistosas”.

Esa relación estrecha entre militares peruanos y argentinos precede el Mundial y se delinea en el libro, recién publicado por Edhasa, a través de la represión conjunta contra militantes populares como fue el caso de Carlos Alberto Maguid, quien estaba asilado en Lima y fue detenido por 3 capitanes del ejército peruano y su cadáver entregado a sus pares argentinos.

Para la dictadura militar argentina, el Mundial fue importante desde el primer momento que dieron el golpe según los datos que aporta Gotta: “Fundamentalmente la Marina fue la que tuvo la idea más clara de lo que significaba el deporte y la realización del Mundial en el país”.

“De hecho Lacoste (Carlos Alberto) empezó a trabajar en la organización del Mundial mucho antes del golpe. Después fue el ejecutor de lo que decidía Massera (Emilio), que era el ideólogo”, resalta.

A lo largo del libro se superponen y contrastan de manera constante el clima ominoso de la época, con una efervescencia creciente a medida que se acercaba el Mundial: “Acá había poca conciencia de lo que se vivía realmente”, juzga el autor.

En ese sentido, “recuerdo la actitud de Ardiles (Osvaldo), algo muy simbólico porque era el más instruido de los jugadores y se enojó cuando llegó a Inglaterra y le decían lo que estaba pasando, creía que era parte de la campaña anti-argentina. Cuando lo entendió, sintió bronca y vergüenza”.
Refiriéndose al partido Argentina-Perú, Gotta nombra los testimonios de los jugadores peruanos Ramón Quiroga, Juan Carlos Oblitas, Rodolfo Manzo, Héctor Chumpitaz... “me resultaron los más interesantes, hayan dicho cosas o no”.

En ese aspecto, resalta el periodista, “lo nuevo de este libro es haber indagado con una profundidad que no se había hecho antes ese partido y todo lo demás. No se lo puede desligar al partido de todo lo que lo rodeó. Fue una sensación que tuve desde casi el comienzo”.

“Futbolísticamente, la Argentina podía haber ganado sin problemas, pero para la dictadura no era lo mismo que perdiera o ganara ese partido. Era muy importante que obtuviera el Mundial”, considera el periodista.

En función de esto, Gotta pudo reunir “evidencias más o menos contundentes de que hubo una operación dirigida a asegurar el pase a la final en hechos como tocarle el ánimo a los peruanos -con la presencia de Videla en el vestuario, algo que les causó terror a muchos- y en el intento de captar voluntades”.

“Los argentinos, con las cosas que no nos enorgullecen pretendemos tirarlas debajo de la alfombra, ocultarlas -opina-. El fútbol pone al gobernante en un lugar de popularidad, le da visibilidad. Y la invalidación del Mundial surge a partir de que era una dictadura militar la que gobernaba, no un gobierno legítimo”.

El papel de Menotti, subraya Gotta, “es el que más controversias me produce y creo que es algo general. Pienso que sabía lo que estaba pasando en el país, lo reconoció en alguna oportunidad. Era un tipo inteligente, con militancia, al que mucha gente le sigue reclamando no haberse parado frente a la dictadura para desnudarla”.

“No elogio su actitud, pero él fue seducido por una posibilidad muy tentadora: ser el técnico de la primera selección argentina campeona del mundo -apunta-. Su laburo como técnico de fútbol lo hizo perfecto, la mayoría de los jugadores lo respetan y dicen que Menotti los cuidó mucho, en el plano futbolístico y personal”.

“Con respecto al partido en cuestión, puedo sospechar que estaba enterado de todo lo que sucedió fuera de la cancha. El armó el mejor equipo que podía. Desde el fútbol no hay nada que reprocharle. Sí desde su relación con la dictadura. Recién ahora, hace unos días, en Italia, dio una charla y dijo que los militares lo habían usado. Un poco tarde, pasaron treinta años”, concluye.

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